
Yo tengo una forma muy rara de ese llamado «cerrar ciclos», y es que, con el tiempo, fui entendiendo que detrás de ese acto, hay algo simbólico que hace que la calma llegue, que logra que dejes atrás la cólera acumulada o el resentimiento que se fue formando a partir de acciones de un otro que te lastimaron, que te rompieron.
Los meses han pasado, y recién puedo verbalizar las cosas, y ser más consciente de que sí, me lastimaron, me dañaron, me rompieron de formas que no debí aceptar, y es en este punto de inflexión, en el que me hago cargo de la poca responsabilidad afectiva que tuve conmigo misma, de que en mi habitaba una autoestima que aparentaba ser fuerte, pero no lo era, porque si no, no hubiese dejado pasar acciones, comentarios, que hoy, entiendo, no son saludables.
Dejé irresponsablemente que me lastimaran, y a pesar de que lo veía venir, siempre permití que calaran un poco más, porque tenía la ligera «esperanza» de que un día las cosas cambiarían, que él cambiaría; pero de lo que no fui consciente, es que en esa lógica yo también fui modificándome, como el hecho de desbloquear nuevas inseguridades ya sea por mi edad, porque el señor era más joven que yo y me lo hacía saber constantemente, pero no de una buena forma, sino que “tenés 30, sos una mina grande y querés seguir siendo feriante?”, “sos una mina grande y quizá por eso no tenés el mismo lívido que yo”, mi cuerpo, porque al “no ser tan flexible” no podíamos hacer poses que él quería, y a esto se suma el hecho de mi “poco lívido” por mi edad, mis raíces, porque el señor era blanco y yo tengo muchos rasgos andinos y no quería pasarse la vida defendiéndome de posibles discriminaciones, y en fin, comentarios, que acepté.
No, no quiero decir que ese otro es una mala persona, creo que simplemente es alguien, que es un ser inmaduro. Alguien a quien yo vi como un compañero de vida, pero que él me vio como una persona con quien pasaba su soledad, porque como bien me lo había dicho “quería saber que era enamorarse”. Recuerdo que me marcó una frase que dijo, «quiero ir a un bar con mis amigos para chamuyarme a alguien y sentirme deseado» (siendo lo más tranqui que mencionó), pero claro, ahí yo debí haberme ido, pero no, ¿por qué?, porque creí que iba a cambiar, porque creí que el amor que yo le brindaba iba a ser suficiente, pero no, nunca iba a ser suficiente.
Y, a pesar de esta lejanía que enfaticé desde aquel diciembre en que todo fue muy caótico, hay nuevas cosas que van saliendo, porque la gente te cuenta cosas y lastimosamente, también caes en esa lógica de querer saber más, comentarios que se van diciendo, que él va diciendo y que lamentablemente me entero (como el hacerme ver como la mala de la película, y que sí, duele porque yo siempre busqué no hablar tanto para cuidarlo), y hechos que profundizan un dolor que ya no quiero, que me cansé de sentir, que me aburrió de tenerlo aquí, porque me predispone a estar mal, a no avanzar, a sentir un estancamiento que ya no quiero que sea parte de mí. Quiero salir de eso.
Y bueno, en esa lógica, decidí, con todo el amor que me puedo tener, y un egoísmo que en serio, no me representa, des habitar y alejarme de cada persona que tenga una mínima conexión a este ser. Y a pesar que tengo amistades y personas que realmente valoro, creo que es momento de irse de un lugar que quizá nunca me perteneció, y que quizá nunca debí habitar. Es una decisión que está por fuera de la impulsividad que me representa, es una decisión meditada en varios días, con llanto incluido, y con una tristeza profunda porque realmente hay quienes quiero y me hacen bien, hasta que llega el momento de que algún comentario salga o información que duele, y me cambia el día y la semana.
Realmente me hubiese gustado conocerles en otro contexto, en otro ámbito, fuera de él y, sobre todo, fuera de ser “La ex de GB”, pero siento que hoy no puedo sostener vínculos que me traen algo que duele. Y quizá en otro momento, cuando esté menos mal, menos triste, menos vulnerable, pueda vincularme desde otro lado, aunque creo que ya hay algo marcado que no voy a poder borrar.
Pero, y aquí va mi rara forma de cerrar ciclos, (que quizá no es sano). En esa lógica de querer desaparecer y hacer como si yo no hubiese existido en el mundo de él, yo necesito algo, que de alguna, manera me ayude a mantener un buen recuerdo, porque más allá de la cólera que puedo tener o el resentimiento, no logro ser indiferente a alguien por quien tuve sentimientos muy sinceros, porque sería como negar una parte de mí que realmente amó, que tuvo ilusiones, y que sí, vio a ese otro como el ser más bonito y maravilloso del mundo. Y a pesar de todo, yo en serio le deseo lo mejor, y tantas cosas bonitas podría decir de él, como la capacidad de investigación que tiene y que no lo ve, o esa cabecita de hacer análisis tan rebuscados, el hecho de ver cosas que muchos obvian, la creatividad que le representa en lo que hace, y tantas cosas que tiene que lo hacen un ser tan único y especial, al menos para mí.
Pero bueno, con todos esos sentimientos que hoy me embargan, y con esas ganas de ser un fantasma que se diluye con el tiempo, mi último acto de amor hacia él, para recordarlo con una enorme sonrisa, fue hacerle un alfajor. «La doble T», es como solía decirle, con el objetivo de jamás olvidarme como se escribe su apellido, porque siempre me equivocaba, y vaya que «La doble T», fue más que un recordatorio de como escribir, lo usamos de todas las formas, para hacer chistes, como seudónimo de él, haciendo creer que era un cantante reguetonero y en fin, tantos recuerdos bonitos que quiero atesorar en mi corazón, y salir de eso que hace me llene de resentimiento contra él, y hasta cierto punto, contra una parte de mí.
Y ¿por qué justo ese alfajor?, bueno «La doble T», es un alfajor que de relleno tiene mousse de chocolate con un corazón de mermelada de naranja, y sí, creo que lo representa en su ser. Porque él es alguien que a primera impresión es alguien dulce, empalagoso, y además que es placentero tener contacto con él, por ciertas características que lo hacen único, como el hecho de que se puede hablar de lo que sea, es gracioso cuando quiere, y verlo así, en la simplicidad, tienes ganas de seguir vinculándote, hasta que llegas más al fondo, al centro de su ser, a su corazón, y encuentras ese sabor dulce pero ácido y amargo que deja la naranja, y sí, se torna así con sus comentarios, sus acciones, la crueldad que esconde y que deja ver a quienes deciden quedarse y se sienten atrapades en su cobertura de chocolate.
Y así, con esto, cada que hable de este alfajor o cada que lo vea, una parte de él estará ahí, guardadita, en la que no toque la cólera, ni se contamine de rencores. Y así, con llanto y algo de miedo, pero con la mirada levantada, voy a cerrar (de más está decir que yo no quería esto, pero bueh, cuando toca, toca). Con el amor que me queda, lo libero de mis rencores, me desarraigo de él.